Una serie de variables negativas, prolongadas a lo largo de los años, han desafiado a los productores de la provincia que buscan a pesar de ello sostener la producción, cuidar que caiga lo menos posible, esperando el momento adecuado para volver a crecer. Sin embargo, es necesario describirlas. bPara muchos productores neuquinos, la caída de cenizas tras la erupción del Cordón Caulle, producida en el mes de junio del 2011, produjo ya en ese entonces una reducción en su producción, que según el grado de afectación fue de entre un 25 y un 80%, y con el objetivo de poder mantener al resto de los animales en condiciones productivas razonables se vieron obligados a trasladar parte de sus animales y aliviar sus campos.
Sin embargo, la sequía prolongada, con una merma en la pluviometría cercana al 35%, sumada a la invasión de langostas (Tucura) de los años 2013, 2014 y 2015, y a la reciente erupción del volcán Calbuco -en abril de este año-, cubriendo con un manto de cenizas una zona productiva que afecta a unos 30.000 vacunos, pone en jaque hasta a los productores más prevenidos y con larga experiencia en la región.
Carlos Caivano, integrante de la Comisión Directiva de la Sociedad Rural del Neuquén, e Inspector y Delegado Hereford para la región, explica: “Los establecimientos afectados han sufrido un detrimento en su producción basado en la pérdida de cabezas totales y en la productividad individual de dichas cabezas, ocasionada por la merma en la calidad y cantidad del pastizal, afectado por la sequía, la Tucura y la repetida caída de cenizas, por lo que hoy no se cuenta con pasturas en buenas condiciones de nutrición”. Cabe recordar que tras la erupción del Calbuco, varios productores se vieron obligados a sacar a sus animales de los campos y trasladarlos a otros lugares con mejores condiciones para la producción general.
“Las pérdidas acumuladas en estos últimos años han sido más que importantes y a ello se le suma un costo mayor en la producción, dado por la suplementación a la que se recurre en las categorías más atrasadas”, expresa Caivano. Para que se comprenda con facilidad: desde el 2011 en adelante se observaron pérdidas de la condición corporal (1 a 5) de casi 2 puntos en todos los animales evaluados y se registraron pérdidas de más del 20% en todas las variables productivas (preñez, parición, marcación y kilos venta).
En muchos casos se debió recurrir a la suplementación y aporte de sales proteicas durante los tres meses invernales, además de la eliminación de al menos un 20% del stock, por ejemplo realizando ventas de vacas secas jóvenes, que en una situación normal se retenían en condición de ser preñadas. Mientras tanto continuó el déficit hídrico y comenzaron las invasiones de langosta.
Carlos Caivano, aclara: “La condición del pasto en los campos afectados es en muchos casos preocupante dado que aún con la salida de los animales no se observa un buen recupero de los mismos, por ejemplo para el caso de las sierras y mesetas, y los sectores de mallines. En el caso de los mallines, la situación de pérdida en producción de kilos de materia seca podría rondar en un 70%, dado que muchas de las vertientes que mantienen estos sistemas en alta producción se secaron y consecuentemente se observó una rápida pérdida de las gramíneas y leguminosas de alto valor forrajero, quedando solo juncos secos y de color grisáceo”.
Cabe aclarar que las tucuras potenciaron este deterioro secando y consumiendo el mallín verde, que en unas tres semanas, con su paso, convierten en un gris oscuro, desapareciendo la capacidad productiva de los mismos y habiéndose alterado el potencial futuro de estas áreas por la pérdida de las napas.
RECUADRO 1: Datos que permiten comprender
El promedio de lluvias desde 1995 al 2006 en un campo neuquino ubicado en el departamento de Catan Lil era de 396 milímetros anuales, mientras que en el 2007 fue de 207 milímetros, en el 2011 de 219 milímetros y en el 2014 de 301 milímetros anuales. En estos últimos ocho años se acumula una pérdida hídrica de unos 90 milímetros promedio anuales.
La carga en un campo de esa zona, en Equivalentes Vaca (demanda nutricional anual cuantificada en una vaca con su ternero hasta su destete) era en promedio desde 1995 a 2006 de 1.839 cabezas ganaderas. En el 2011 fue de 1.746 y en el 2014 de 1.429.
El porcentaje de preñez entre 1995 y el 2006 fue del 90,2%, mientras que en el 2012 fue del 74% y en el 2013 del 80%.
El porcentaje de marcación entre 1995 y el 2006 fue del 86,5%, en tanto que en el 2012 fue del 65% y en el 2013 del 74%.
Los kilos netos promedio de ventas para las categorías de novillitos y vaquillonas, entre 1995 y el 2006 fue de 312, en el 2012 fue de 266 y en el 2013, de 283.
RECUADRO 2: Desastre agropecuario
Si se consideran la acumulación de resultados productivos negativos durante los últimos 8 años dados por la menor cantidad de vientres que tienen una menor preñez y menor marcación, pero que además procrean animales de menor peso, que luego son vendidos con menos kilos y que requieren de un mayor costo productivo por la suplementación de los mismos, se podrá entender el que exista una condición de pérdida de rentabilidad mayor al 80% en la mayoría de los casos descriptos.
Esto demostraría que la producción ganadera necesita en estos momentos de un alivio en sus costos, a través de la declaración de región en zona de desastre, para facilitar su recuperación apenas se den las condiciones las condiciones climáticas que así lo permitan.
Es que la escasa rentabilidad dada por la situación descripta plantea para muchos establecimientos una situación económica límite para afrontar los gastos directos de mayor incidencia en la producción ganadera, como lo son la mano de obra y su costo impositivo. Dada la característica extensiva de producción en esta región, la mano de obra es fundamental, muy alta comparada a zonas de manejo más intensivo como la pampa húmeda, y tiene mucha incidencia en los costos, por lo cual los productores requieren urgentes medidas ligadas a una reducción o incentivo a las cargas sociales, para no verse obligados a buscar alternativas para reducirlos vía despidos o endeudamientos por la imposibilidad de cumplir con el pago de estas.
Si bien la provincia de Neuquén ha declarado la Emergencia Agropecuaria para la zona y lanzado rápidamente una serie de créditos para aliviar traslados de los campos que debían sacar a sus animales a causa de la caída de cenizas o para suplemento alimentario, se considera que la gravedad de de la situación descripta y acumulada por el paso del tiempo, amerita una pronta declaración de Desastre, para luego ponerse a planificar el trabajo a mediano y largo plazo para recuperar la producción neuquina.
Para más información o realización de notas, comunicarse con Carlos Caivano al 0294-154-694560